A Sheng es mudo.

Aunque sea mudo, no le preocupa no conseguir una esposa.

Aunque las casamenteras le llenen de flores, A Sheng se limita a sonreír y sacudir la cabeza, y las rechaza todas.

El tendero de la tienda vecina, el señor Sun, le preguntó con curiosidad: 

—A Sheng, ¿qué tipo de señorita te gusta?

A Sheng señaló con el dedo hacia el edificio más alto de la ciudad Fu, la mansión del Gobernador. 

El tendero se quedó perplejo.

La hija de la casa del gobernador, ¿es algo que la gente común puede imaginar?

Si esta fuera la dinastía anterior, la hija de la familia del gobernador, ¿no sería emparejada con un noble del palacio o el hijo de un ministro?

En cualquier caso, ¿cómo iba a hacerle caso al señorito de un restaurante?

Su padre se enojó cuando se enteró y le dijo que era un sapo queriendo comer carne de cisne. Un hombre de malas costumbres queriendo casarse con una mujer hermosa, ¡debe estar soñando!

A Sheng sonrió y se tocó la cara limpia y redonda sin discutir.

Él lo sabe.

Pero no puede evitarlo. ¿Qué puede hacer?

Además, su papá y el tío Sun se equivocan.

La persona que le gusta no es la joven de la mansión del Gobernador, ¡sino el caballero del patio junto a la mansión del Gobernador!

...

Xie Fang había vivido la primera mitad de su vida de forma libre y feliz, practicando el principio de que un caballero debe divertirse en el momento oportuno.

Si su hermano mayor quería luchar por el poder, que lo hiciera.

Si su tercer hermano quería su parte de la propiedad, que la tuviera.

Todo lo que tenía que hacer era escuchar la ópera, cuidar las flores y las plantas, y ser una grulla silvestre sin prisas.

A la muerte de su madre, desilusionado por los cálculos de su hermano pequeño, todos sus bienes se dispersaron y pasó los días bebiendo. Adicto a la bebida y con la nariz sucia, fue expulsado como un perro.

Los huesos de sus orgullosas manos estaban rotos, y su cuerpo y su cabeza estaban cubiertos de agua rancia.

Las moscas zumbaban en sus oídos.

Incluso él estaba tan asqueado que quería acabar de una vez.

Sólo un hombre, se acercó a él, lo abrazó y lo llevó a casa.

Señorito de un restaurante X Joven maestro despreocupado.

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