Capítulo 16. Carruajes de lujo; ¿Quién es ese, tu Shidi?


—FUREN, ¿QUÉ le ocurre? —Chu Sining lo llamó suavemente por detrás. Xuan Qing se estremeció con fuerza y, de repente, recordó que hacía muchos años había oído a Tang Chun’an mencionar un incidente ocurrido tiempo atrás.

Antes de entrar a la secta, un demonio encubierto había introducido a un cultivador demoníaco en la secta Yuanlu, lo que causó numerosas muertes y heridos esa noche. Los cadáveres estaban esparcidos por todas partes y la gente estaba en un terrible estado de angustia; incluso el anterior maestro de la secta había muerto ese día.

Se giró para mirar a Chu Sining, quien le sonreía con dulzura, y se le erizó la piel.

«No debo permitir que Chu Sining entre. Si la secta Yuanlu sufre algo tan trágico como lo ocurrido aquel año, no podré eximirme de la culpa. Shen Yuheng no logrará salvarnos y ya no querré seguir viviendo». 

Xuan Qing apenas esbozó una sonrisa y se acercó para tomarle la mano con cariño.

—Esposo, de repente recordé que olvidé traer un regalo antes de salir. Volvamos mañana.

Chu Sining lo miró con aparente comprensión, se quitó su anillo y se lo entregó a Xuan Qing.

—No te preocupes, ya lo he traído.

Xuan Qing guardó silencio y lo tomó.

—¿Esto es todo? ¿No será una falta de respeto, verdad?

Al oír esto, Chu Sining levantó suavemente la barbilla e indicó a Xuan Qing que lo abriera para verlo por sí mismo.

Xuan Qing, con recelo, extendió la mano y tocó el anillo de almacenamiento. En un instante, aparecieron tres carruajes enormes –tan altos como dos personas– a su lado.

Contempló con asombro el lujoso carruaje que tenía delante. Dio vueltas alrededor de él una y otra vez, pero no pudo evitar subir para observar su verdadera apariencia. Al cabo de un rato, Xuan Qing bajó del carruaje con expresión solemne y realizó una reverencia respetuosa.

—Esposo, por favor, entra.

Con esto bastará para que miles de personas de la secta Yuanlu tenga comida y ropa durante cinco años. ¡Incluso si mueren, tendrán que agradecerle a Chu Sining!

El joven discípulo, atónito ante la escena, preguntó vacilante a través de la puerta.

—Son dos taoístas que... ¿han venido a entregar mercancía?

Xuan Qing se paró frente a Chu Sining y tosió secamente.

—Tengo cierta amistad con el maestro de secta y estas cosas son regalos para su secta.

Al oír esto, los ojos del joven discípulo de repente se iluminaron y dijo apresurado:

—Ya veo. Por favor, espere un momento, ahora le informaré al maestro.

Al verlo darse la vuelta e irse, Xuan Qing lo agarró y susurró:

—Primero, pídele a alguien que se lleve el carruaje. Por cierto, ¿no es hoy el funeral de Xuan Qing? Lleva estos dos carruajes y colócalos en el salón Zining, como muestra de agradecimiento a Xuan Qing.

El joven discípulo lo miró con una expresión especialmente conmovedora y asintió con pesadez.

—¡Es extraño que un compañero taoísta sea tan amable! ¡Los llevaré ahora mismo a una habitación para que descansen!

Chu Sining observó cómo Xuan Qing ordenaba a los demás que movieran el carruaje hacia el interior de la secta, como si hubiera hecho una gran oferta. Resulta que ha Xuan Qing le bastaba con gastar dinero. Si lo hubiera sabido, ¿por qué habría necesitado engañarlo para que se quedara?

—Furen, ¿puede llevarme a conocer a mis suegros ahora mismo? 

«Debería tener permiso para entrar, ¿no?».

Xuan Qing lo miró y, con expresión seria, le dio una palmadita en el hombro.

—Es el funeral de Xuan Qing, no es apropiado que vayamos ahora. No deben tener ánimo para entretenernos, basta con ser educado y darles este regalo. Volvamos.

Al oír esto, Chu Sining se quedó en silencio de golpe. Aunque no mostraba ninguna expresión en su rostro, Xuan Qing percibió un atisbo de ira en el ambiente. Xuan Qing tragó saliva e intentó apartarlo de la puerta de la montaña, pero el hombre no se movió.

«Se acabó. Parece que ahora está furioso de verdad. No matará a nadie en un arrebato, ¿verdad?».

Xuan Qing estaba preocupado y a punto de decir algo para persuadirlo, pero, de repente, Chu Sining sacó otro anillo de almacenamiento de su pecho y se lo dio a Xuan Qing con cuidado.

—¿Puedo entrar?

Al ver su insistencia, Xuan Qing tomó a regañadientes el anillo de almacenamiento y se lo guardó en la manga.

—Aiya, no se trata de dinero...

Chu Sining frunció el ceño y preguntó confundido:

—Entonces... Furen, dígame, ¿cómo puedo entrar? ¿De verdad me trata como a un miembro de su familia? —Su mirada era tan ardiente que la gente no se atrevería a mirarlo directamente; era como si pudiera leer fácilmente los pensamientos de Xuan Qing.

Xuan Qing frunció los labios y miró a su alrededor como si fuera un ladrón. Tras un rato, cuando nadie les prestaba atención, levantó un poco la mano para levantar el borde del velo del sombrero, se metió rápidamente dentro de él y besó con suavidad el rostro de Chu Sining, como una libélula tocando el agua.

—¿Ya tenemos un hijo y sigues pensando así?

El velo del sombrero se levantó sin previo aviso y el corazón de Chu Sining se detuvo instintivamente por un segundo, pero el beso en su rostro fue ligero y superficial, como una brisa cálida y fragante que lo acariciaba, y así como llegó, se fue.

Su ceño se relajó un poco. Chu Sining no quería entrar a la secta Yuanlu, solo quería ver cuán poderoso es Shen Yuheng, quien hizo que Xuan Qing confiara tanto en él que incluso pudo confiarle su vida.

Bajó la mirada para observar a Xuan Qing, disfrutando de su aparente afecto.

—Está bien, pero como ya hemos llegado a la puerta de la montaña... Furen por favor, ve con calma a ver a tu familia.

Tras decir esto, Xuan Qing se quedó atónito.

—Te esperaré bajo el osmanthus media hora. —Chu Sining sonrió, señaló el osmanthus que estaba a su lado y dijo en voz baja—: Está bien si te quedas un rato más, pero no dejes que tu esposo te espere demasiado.

Xuan Qing permaneció allí, aturdido, observándolo obedientemente. Cuando soplaba el viento, unas flores de osmanthus se posaron sobre el velo blanco como la nieve. Era como si de verdad fuera a visitar a sus familiares y Chu Sining lo esperara fuera de la puerta de la montaña.

«¿En serio? ¿Me dejará ir sin más? ¿No teme que me escape?».

—Si mi Furen no regresa en mucho tiempo, iré a rescatarle yo mismo.

—Oh... —asintió Xuan Qing.

Efectivamente, sabía que Chu Sining no iba a dejarlo escapar tan fácilmente, pero sería bueno volver a la secta a echar un vistazo; al menos podía llevarles la información. 

Aunque no encontró nada después de pasar tantos días en el Palacio Demoníaco, conoce uno de los mayores secretos de Chu Sining: es un semidemonio. Este es el secreto que más le cuesta revelar. Si puede contárselo al maestro de secta, sin duda podrá ayudar en algún momento, lo que también sería un gran logro.

Pensando en esto, Xuan Qing se giró y miró a Chu Sining bajo el osmanthus que tenía detrás, quien sostenía una pequeña flor amarilla en la palma de la mano. No sabía en qué estaba pensando, o quizá simplemente estaba vaciando su mente. Parece que ni siquiera se daría cuenta si lo apuñala por la espalda a escondidas en este momento.

«Obviamente es un señor demonio siniestro y cruel, ¿por qué parece tan inocente a simple vista?».

Xuan Qing lo miró un rato y, de repente, Chu Sining lo miró como si hubiera notado algo y le mostró una suave sonrisa. Xuan Qing apartó de inmediato la mirada, con una sensación de culpa en el pecho, y subió corriendo las escaleras de la montaña sin mirar atrás.

«No me provoques, no caeré en tu trampa».

...

Ciudad del Pueblo Qing.

Shen Yuheng miró a Xie Chen, quien comía vorazmente frente a él, y esbozó una suave sonrisa.

¿En qué demonios está pensando? ¿En verdad planea llevarse a casa a este cultivador demoníaco embarazado?

—¡Más! —Xie Chen señaló la comida en la mesa, que se había consumido por completo y solo quedaban algunas sobras—. Quiero esto, esto... esto también, quiero otra porción de este.

El mesero a su lado sonrió y se metió las manos en los bolsillos, mirando a Shen Yuheng a los ojos. 

Shen Yuheng se llevó la mano a la frente y dijo en voz baja:

—Sírvele.

—De acuerdo.

¿Cómo podía comer tanto si parecía tan delgado?

Shen Yuheng empezó a preguntarse si todos los demonios tenían el mismo apetito, pero no sabía mucho sobre ellos. Solía pensar que los demonios comían carne humana, pero hoy, tras conocer a Xie Chen, se dio cuenta de que los cultivadores demoníacos incluso bebían el caldo restante del plato, como refugiados que huyen de la hambruna.

Después de que Xie Chen se saciara comiendo y bebiendo, Shen Yuheng dirigió silenciosamente su mirada hacia su vientre poquito abultado.

Si su hijo realmente está ahí dentro, ¿moriría, aplastado por la comida?

—Ya estoy lleno, vámonos. —Xie Chen se levantó satisfecho. Al ver que el mesero venía a cobrar la cuenta, le hizo un puchero a Shen Yuheng y le dio un codazo—. Shen Jianxian me invitó, así que él paga.

No se irían hasta que se hubiera hartado de comer.

Shen Yuheng frunció el ceño, pero aún así se levantó, sacó su monedero y puso la plata sobre la mesa.

Por fin puede volver. No sabe cómo está la situación en la secta ahora, pero ayer escuchó a Tang Chun’an decir que llevarían a cabo el funeral de Xuan Qing; sin embargo, temprano por la mañana se encontró con Shen Hui, quien estaba gravemente herido. Ahora que Shen Yuheng sabía que la vida de su didi no estaba en peligro, parecía darle menos importancia.

Xie Chen comió hasta saciarse y empezó a sentir pesadez en los párpados. Después de dar vueltas por la calle durante un buen rato esta mañana, se sintió aliviado cuando lo atraparon y se lo llevaron de regresó a la secta Yuanlu.

Cuando pensó que tendría un terreno propio al regresar y que Shen Yuheng ya no lo amenazaría con una espada, sintió una enorme sensación de alivio. 

La ciudad del pueblo Qing se encuentra al pie de la montaña de la secta Yuanlu, por lo que llegaron rápido. Ambos subieron la montaña, uno tras otro. Xie Chen caminaba adelante y Shen Yuheng lo seguía de cerca, como si temiera que volviera a escapar.

Mientras avanzaban entre la niebla hacia la puerta de la montaña, Xie Chen vio una figura bajo un osmanthus a lo lejos.

Al ver su porte atractivo y modales nobles, se intuía que su estatus social debía ser alto, eso sin contar que había tres carruajes lujosamente decorados a su lado. Lo observó con confusión durante un buen rato, pero no logró identificar que personaje del libro es.

Shen Yuheng notó la presencia del hombre que estaba detrás de él. Frunció el ceño un poco, desconcertado.

Cuando los dos pasaron junto a él, el otro levantó la vista y se encontró con la mirada de Xie Chen. En un instante, Xie Chen se quedó sin respiración. Pudo distinguir vagamente un par de labios sonrientes bajo el sombrero de plumas y velo blanco, por lo que dedujo que se trataba de una belleza deslumbrante.

«¡Es tan hermoso, debe de ser Xuan Qing!».

Giró rápidamente la cabeza para mirar a Shen Yuheng, pero lo vio pasar junto a él como si nada hubiera pasado.

Xie Chen miró a la belleza, luego a Shen Yuheng y, finalmente, se acercó y preguntó con impaciencia:

—¿Quién es ese, tu Shidi?

Shen Yuheng ladeó la cabeza para mirarlo y respondió sin emoción:

—¿Cómo voy a saber quién es? Debe de estar repartiendo mercancías.

Xie Chen: “...”.

«Se mire como se mire, no es un repartidor, ¿verdad?».

—Piénsalo de nuevo, ¿has visto a esta persona antes en algún sitio? —preguntó Xie Chen una vez más, sin rendirse—. Debe ser alguien conocido, ¿es tu amor de la infancia? ¿Tu Er Shidi? O... ¿tu enemigo mortal?

Shen Yuheng guardó silencio un momento, sonrió y le pellizcó la cara con la mano; su mirada era sombría.

—No tengo un amor de infancia ni un enemigo mortal, pero sí tengo un Er Shidi, aunque está muerto. —Tras una pausa, volvió a mirar al hombre y se burló—: Parece que está posando. Es obvio que está aquí con toda la intención de atraer abejas y mariposas. Es extremadamente ridículo.

Xie Chen: “...”.

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