SLIABC: 17
El templo Dengtian fue el primer lugar donde el antepasado fundador de la secta alcanzó la iluminación, y ahora es la residencia de los sucesivos maestros.
Xuan Qing ha estado ahí más veces que en su propio patio –el patio Zining–, tanto que conoce a la perfección cada ladrillo y teja. Cada vez que Shen Yuheng lo intimidaba, iba a visitar a su líder de secta para quejarse, y este siempre lo había apoyado. Además de su maestro y su maestra, su líder de secta era la mejor persona en el mundo, el cual siempre lo había tratado como si fuera su amigo.
Desde que el ex líder de la secta, Xiao Heming, fuera asesinado por un agente encubierto del clan demoníaco hace muchos años, el joven maestro de secta, Xiao Shan, ha asumido una gran responsabilidad aún siendo muy joven. En aquel entonces, Xiao Shan solo era dos años menor que Xuan Qing y este año acaba de cumplir los dieciocho. Por alguna razón, la raíz espiritual de Xiao Shan nunca se ha abierto y su cuerpo sigue siendo el de un mortal, pero a pesar de esto, todos lo respetan como líder. No solo se ganó el respeto por su padre, sino que fue porque Xiao Shan es amable, honesto y de carácter noble. Da igual como trate a la gente o cómo se desenvuelva en el mundo, siempre resulta convincente. Por ello, Xuan Qing siempre ha tenido una impresión favorable de él.
—Xuan Qing, ¿qué te trae de vuelta? —Xiao Shan lo miró con una sonrisa y le ordenó al pequeño inmortal que tenía al lado que le preparara una buena tetera de té.
Xuan Qing no tenía ganas de tomar té, pues pensaba en que Chu Sining todavía lo está esperando fuera de la puerta al pie de la montaña. No tenía tiempo para saludar.
—¡Zongzhu, este di tiene algo importante que decirle!
Xiao Shan nunca había visto a Xuan Qing tan ansioso, por lo que se quedó un momento atónito.
—¿Te están acosando tus acreedores otra vez? ¿Cuánto debes esta vez?
Xuan Qing tosió secamente.
—Zongzhu, esta vez tengo algo importante que decirle sobre el señor demonio Chu Sining.
Al oír que se trataba de Chu Sining, el rostro de Xiao Shan se puso un poco rígido y, casi sin darse cuenta, despidió al pequeño inmortal que trabaja en el templo. Tomó la taza de té y se acercó a Xuan Qing en silencio para preguntar:
—¿Le debes algo a Chu Sining?
Xuan Qing tomó el té, lo escupió y bebió otros dos sorbos.
—¿Acaso parezco un idiota? —preguntó con ansiedad—. No le pediría prestado a un cultivador demoníaco. Está relacionado con la vida de Chu Sining... ¡Es un semidemonio, hijo del clan demoníaco y el clan monstruoso!
Al oír esto, la expresión de Xiao Shan cambió de repente y preguntó con voz grave:
—¿Cómo lo sabes?
Al ver que el líder de la secta no le creía, Xuan Qing explicó de inmediato:
—Yo mismo vi que tenía escamas blancas, como las de un dragón, en la cara. Es más, él me lo confesó.
Tras escuchar esto, Xiao Shan se mostró aún más incrédulo.
—¿Me estás diciendo que Chu Sining te reveló que es un semidemonio?
—Sí, también me dijo que quería decírmelo desde hace mucho tiempo —respondió Xuan Qing sin pensarlo—; no puede ser falso.
Xiao Shan guardó silencio un buen rato, luego forzó una sonrisa y le dio una palmadita en el hombro a Xuan Qing.
—Xuan Qing, sé que has estado merodeando por el Palacio Demoníaco estos días y que te has esforzado mucho. Ve a la secta y busca medicinas, también revisa si tienes dolor de cabeza...
—Lo digo en serio, no estoy loco —dijo Xuan Qing, tan ansioso que ni siquiera le importaban las normas. Agarró a Xiao Shan de la manga y lo puso frente a él—. Zongzhu, no tengo mucho tiempo, escúchame. Debes pedirle a Shen Yuheng que me ayude a escapar. Estoy embarazado y no puedo dar a luz.
Tras decir esto, Xiao Shan miró a Xuan Qing, todavía conmocionado, y se arremangó con cuidado.
—Xuan Qing, ¿estás enojado porque Tang Chun’an y los demás te organizaron un funeral? ¿Fue Shen Yuheng quien se lo ordenó?
Xiao Shan frunció los labios y negó con la cabeza.
Al ver su expresión, Xuan Qing aún quería hacerle una pregunta. Se burló:
—Lo sé, aunque Zongzhu no lo diga. Solo quiere dejarme en el Palacio Demoníaco. ¡Ya celebraron mi funeral, solo falta que muera!
Pero ahora no le importaban esas cosas, lo más importante era enviar la información a la secta. Xuan Qing retomó el tema rápidamente.
—Zongzhu, escúcheme primero. Chu Sining definitivamente es un semidemonio y este es su único secreto. Si encontramos su punto débil ahora mismo, podremos deshacernos de él. —Xiao Shan quería decir algo más, pero Xuan Qing ya se había levantado con premura. Antes de irse, se dio la vuelta y le dijo—: Por cierto, ayúdeme a encontrar una pastilla abortiva. Estoy embarazado por culpa de las lágrimas de Nuwa y es posible que la medicina convencional no me sirva. Si la encuentra, ¡debe enviarla al Palacio Demoníaco lo antes posible!
Al oír esto, Xiao Shan lo miró con confusión y preguntó:
—¿De verdad estás embarazado? Pero claramente eres un hombre.
—Me embaracé por accidente. Es difícil explicarlo con pocas palabras... Por favor, ayúdame, Zongzhu —le rogó Xuan Qing, arrodillándose. Si Chu Sining realmente entraba en la secta, se convertiría en el pecador eterno de la secta Yuanlu y su nombre quedaría grabado para siempre en el pilar de la vergüenza.
Aunque Xiao Shan no lo entendía, asintió con impotencia y dijo:
—De acuerdo, déjamelo a mí. Debes protegerte cuando estés en el Palacio Demoníaco.
Al escucharlo, los ojos de Xuan Qing se enrojecieron. Aunque no había recibido ninguna queja en el Palacio Demoníaco, no era tan libre como cuando estaba en la secta. No sabía cuándo podría regresar después de irse, pero solo podía esperar a que cierto bastardo despiadado fuera a salvarlo lo antes posible. Contuvo las lágrimas y se dio la vuelta.
—¡Que Shen Yuheng venga rápido por mí o no lo dejaré ir, ni aunque me convierta en un fantasma!
Tras despedirse de Xuan Qing, Xiao Shan seguía confundido. Sentía que habían sucedido muchas cosas en tan solo unos días: ¿no les había ordenado investigar el matrimonio de Chu Sining? ¿Cómo era posible que hubiera un niño en camino?
Era terrible, pero no le había preguntado lo más importante: ¿quién es el otro padre del niño?
Antes de poder pensar con claridad, el joven inmortal abrió la puerta de la sala del templo y entró.
—Zongzhu, Shen Shixiong está aquí.
«¡Qué coincidencia!». Xuan Qing acababa de irse cuando llegó Shen Yuheng. Por suerte no se encontraron, de lo contrario, ¿se habrían peleado por el funeral?
—Pasa.
Shen Yuheng llevó a Xie Chen al salón. Xie Chen miró a su alrededor con curiosidad y, finalmente, vio a Xiao Shan, quien estaba sentado en medio de la sala. Aunque había perdido su energía espiritual, Xie Chen aún podía sentir que la otra persona no la tenía, como si fuera un ser mortal.
—Zongzhu, este es el cultivador demoníaco que este discípulo trajo antes a la secta. Se llama Xie Chen. —Shen Yuheng siguió estrictamente la etiqueta e hizo una reverencia a Xiao Shan con la debida cortesía.
Xiao Shan adivinó la identidad de Xie Chen al ver sus ojos rojos y rio entre dientes.
—Entonces... Yuheng, ¿por qué me lo has traído?
Shen Yuheng levantó la cabeza y vio dos tazas de té en la mesa. Preguntó sin darle muchas vueltas:
—Zongzhu, ¿tiene visita?
Xiao Shan no quería decirle a Xie Chen que Xuan Qing estaba infiltrado en el Palacio Demoníaco, así que respondió con indiferencia:
—Oh, un amigo vino y se fue.
Shen Yuheng frunció el ceño, pensando en el extraño hombre que estaba frente a la puerta de la montaña; debía de ser amigo de su maestro de secta.
Musitó y, de repente, se arrodilló en el suelo y susurró:
—He venido a confesar mi pecado.
Xiao Shan se quedó atónito por un momento y se apresuró a ayudarlo a levantarse.
—¿Qué pecado? Dímelo.
Shen Yuheng siempre ha sido arrogante y solo se ha arrodillado ante Xiao Shan una vez: cuando ocurrió la tragedia causada por el cultivador demoníaco que entró de incógnito; y solo fue esa vez.
Xie Chen también se sobresaltó al ver a Shen Yuheng. Se preguntaba lo doloroso que sería arrodillarse en el suelo de un golpe.
—Soy culpable. Tuve una aventura con Xie Chen, un cultivador demoníaco, y quedó embarazado. He venido a pedir mi castigo. —Shen Yuheng bajó las pestañas. Nadie en toda la secta sabía mejor que él lo grave que era involucrarse con un cultivador demoníaco, además, sentía que era el único que no debió caer en esto.
El rostro de Xie Chen palideció. Por el tono de su voz, ¿no sería castigado junto con él? Xiao Shan lo miró asombrado un buen rato y, luego, con dificultad, pronunció unas palabras:
—Tú, ¿también estás embarazado? —La sorpresa que Xiao Shan sufrió en tan solo un cuarto de hora fue enorme. Tardó un buen rato en reaccionar, toser y decir—: Una amiga mía también está embarazada, pero tú... ¿Cómo te embarazaste?
Realmente no entendía cómo los hombres podían quedarse embarazados.
Xie Chen se paró apresuradamente frente a Shen Yuheng y le explicó:
—No estoy embarazado, está diciendo tonterías. ¡Zongzhu, por favor, no le crea!
En cuanto terminó de hablar, Shen Yuheng lo apartó.
—Zongzhu, la culpa de todo esto es solo mía, no tiene nada que ver con él. Por favor, permítale quedarse en la secta. Resolveré el asunto del niño lo antes posible.
Xie Chen se sintió enormemente aliviado al oír sus palabras. Resultó que solo Shen Yuheng sería castigado, así que no había ningún problema.
A Xiao Shan le dolía mucho la frente. Al mirar a Xie Chen, quien parecía inocente, suspiró.
—Siempre has tenido más ideas de castigos que yo. ¿Qué debo hacer cuando sucede algo así?
Shen Yuheng frunció los labios, sacó la larga espada de su cintura y se la entregó a Xiao Shan con ambas manos, dispuesto a morir.
—Zongzhu, dejaré que me castigue, solo le pido que prometa quedarse con él después de mi muerte.
Lo había pensado bien desde el momento en que encontró a Xie Chen.
Si el niño puede ser abortado, entonces lo dejará marchar y no se verán envueltos en esta vida.
Si no puede abortar al niño, entonces Xie Chen se quedará y él se hará responsable de sus actos.
Xiao Shan permaneció en silencio, mirando la fría espada, y de repente extendió la mano para derribarla, suspirando.
—Esta secta puede prescindir de mí, pero no de ti. Sabes perfectamente que no puedo castigarte. Si de verdad te arrepientes, protégete. De ahora en adelante, no vuelvas a cometer semejante acto y nunca olvides cómo murió el antiguo Zongzhu.
El cuerpo de la espada cayó al suelo emitiendo un eco nítido. Shen Yuheng la contempló en silencio: el antiguo maestro de la secta se la entregó cuando tenía diez años. Tras un largo rato, Shen Yuheng dijo en voz baja:
—Este discípulo obedece tus órdenes.
—Te ayudaré a encontrar la medicina. Puedes encargarte tú mismo de los asuntos de Xie Chen, no necesitas informarme en el futuro. —Tras decir esto, Xiao Shan se fue.
Xie Chen se quedó detrás de Shen Yuheng, viéndolo arrodillado en el mismo sitio, sin saber qué estaba pensando. Quería consolarlo, pero no sabía cómo.
Tang Chun’an dijo que Shen Yuheng siempre se había sentido culpable por la muerte del anterior líder de la secta. Este debía de ser un obstáculo que Shen Yuheng no podía superar. ¿Cómo podría consolarlo?
—Sobre eso... —Xie Chen pensó un buen rato y susurró para cambiar de tema—: Lo siento, de verdad estoy embarazado. Te mentí porque temía que te enojaras y me mataras, pero ya veo que me equivoqué. En cuanto a este asunto, tengo parte de la culpa, no te dije que el agua de la tetera eran las lágrimas de Nuwa...
Shen Yuheng seguía inmóvil. Tras un momento, preguntó:
—¿Se ha ido?
—¿Ah?
Shen Yuheng lo miró, se levantó, se sacudió el polvo de las rodillas, recogió la espada y dijo sin expresión:
—Estúpido, ¿no te diste cuenta de que estaba actuando?
Si no lo hacía, ¿cómo podría el maestro de la secta permitir que un cultivador demoníaco viviera en la secta Yuanlu?
Xie Chen lo miró con incredulidad.
—¿Actuando? El Zhongzhu acaba de decir tantísimas cosas que no has escuchado en absoluto, ¿verdad? ¿Sabías que el Zhongzhu no te castigaría?
Shen Yuheng se rió con frialdad y le golpeó la cabeza con la vaina de la espada.
—¡Tonterías!
No había hecho nada que estuviera fuera de su control. Como mucho, consiguió que la secta tuviera un estúpido cultivador demoníaco sin energía demoníaca. ¿Por qué se apresuró a ser castigado?
En cuanto a acatar las reglas de la secta, esa fue una excusa para vencer a Xuan Qing.
Xie Chen lo observó sentado en la silla del maestro de la secta, sirviendo y bebiendo té como si nada hubiera pasado, lo que lo sorprendió y le hizo pensar:
«Shen Yuheng no es una persona normal».