SLIABC: 19
Capítulo 19. Soy un completo idiota. Nunca nieva en la montaña inmortal de Yuanlu, así que...
La nieve caía como una cascada, y el cielo estaba nublado, sombrío y tranquilo antes del anochecer.
Dos cuerpos cayeron repentinamente del cielo a la larga calle; Shen Yuheng apretó los dientes y agarró el cuerpo de Xie Chen para abrazarlo con fuerza.
Por suerte, ambos cayeron sobre un grueso montículo de nieve al borde de la calle. Xie Chen se levantó de la pila de nieve y asomó la mitad de su cabeza, extendió la mano y la tocó.
«Si hay toda esta nieve, ¿por qué no hace frío?».
Levantó la cabeza y de pronto, pensó que todo lo que había frente a él ya lo había visto antes. Cuando Xie Chen reaccionó, sus pupilas de encogieron y su cuerpo comenzó a temblar sin control.
—¿Cuánto más piensas presionarme? —le preguntó una voz estoica pero paciente, aunque con un toque de desagrado, entonces Xie Chen se levantó sin pensarlo, dándose cuenta de que había caído sobre Shen Yuheng.
«No es extraño que no me doliera».
Shen Yuheng contuvo la incomodidad –que se asemejaba a un incendio– en su corazón. Levantó la mano para quitarse los copos de nieve que habían mojado su ropa y miró a su alrededor, entonces frunció el ceño en cuestión de minutos.
—¿Esta es tu ilusión?
Xie Chen no respondió; en cambio, sus labios temblaron con suavidad, como si hubiera visto algo extremadamente aterrador. A continuación, Shen Yuheng escuchó un grito de súplica detrás de él.
—Por favor, sé que me equivoqué. ¡Déjame volver a ver a mi madre!
Un cuerpo débil se arrodilló en la nieve, tenía el cabello desordenado y se notaba que acababa de ser golpeado, debido a que tiene moretones de color morado oscuro en su cuerpo. Esta escena causó que Shen Yuheng quedara inmóvil.
—¡No mires, no mires! —Xie Chen se apresuró a cubrirle los ojos. Explicó con preocupación excesiva—: Ese no soy yo, es una ilusión causada por la formación; soy un cultivador demoníaco, ¿cómo podría verme así?
Así es pero, a excepción de sus ojos negros, es casi idéntico a Xie Chen.
Shen Yuheng frunció el ceño y quitó la mano que le cubría los ojos.
Escuchó con claridad a Tang Chun’an decir que esta formación ilusoria podía dejarle ver el pasado, es decir, todo lo que hay aquí fue real, pero en la ilusión Xie Chen es un humano, mientras que fuera de esta es un cultivador demoníaco. ¿Podría ser que Xie Chen fue un cultivador inmortal que cayó en las manos del demonio?
El “Xie Chen” arrodillado en la nieve fue golpeado de nuevo y su cuerpo tropezó con esta. Cubrió sus mejillas para tapar las lágrimas que caían una tras otra, llorando tanto que su carita se puso roja.
La persona que lo golpeó, lo miró con desprecio y resopló:
—¡¿Cómo te atreviste a hacerte pasar por el joven maestro de la familia Xie durante más de una década?! Ahora que mi joven maestro ha regresado, pudimos darnos cuenta de tu identidad. “Vete de aquí mientras puedas”, eso fue lo que dijo la maestra y el maestro; si te atreves a regresar y molestarme... ¡No me culpes por no ser cortés conmigo!
“Xie Chen” vio como la puerta de color bermellón que tenía delante se cerró con estruendo y todo su cuerpo pareció hacerse añicos, al igual que la nieve que cayó del alero.
Aunque sabía que solo era un trabajo, aunque sabía que formaba parte de la trama... los golpes que recibió fueron reales y los sentimientos que les dio también.
Hace tiempo que se entregó a los suaves llamados de su madre, a sus abrazos y caricias en la cabeza, sintiendo que en verdad tenía una madre. Sin embargo, la trama es irreversible, como un decreto divino que manipula la voluntad de todos los personajes que habitan en un pequeño mundo, incluido él mismo.
“Xie Chen” se limpió las lágrimas de sus ojos, sacó de su ropa a un gatito que había estado calentando con su cuerpo y lo colocó suavemente sobre la nieve, después le hizo una seña.
—Vete, te alcanzaré en un rato más.
Este era el gatito que cuidó cuando vivía en la mansión y con el que fue expulsado. Una vez fue criado como un preciado tesoro de oro y jade, pero ahora se ha convertido en una pieza de carbón que fue tirada al borde de la calle.
“Xie Chen” quería salir de este pequeño mundo, pero escuchó a su supervisor decir:
[Espera un poco más, el autor piensa que expulsarte de la mansión no es suficiente. Quiere hacer que pases un frío invierno, es decir que el personaje debe morir congelado, pero antes, debe arrastrarse en la nieve hasta llegar a los pies del protagonista, tomarle los pies y gritar de agonía. Entonces, el protagonista te salvará, te reformarás y te casarás con un esclavo].
“Xie Chen” escuchó con incredulidad, odiando el hecho de que no podía escapar de esta pesadilla. Ahora mismo, ya no tenía opción, porque el autor, con unas cuantas líneas, ya había decidido sobre su vida.
Estaba a punto de darse la vuelta para irse, pero fue golpeado por una bola de nieve. Un grupo de niños mendigos aparecieron en la escena y lo rodearon, lanzándole piedras y bolas de nieve.
Sabía que este era el argumento de la obra, que debían mostrar la miserable vida del villano, pero eso no impidió que derramara lágrimas. Le da miedo sentir dolor, y ahora tenía mucho, mucho miedo pero... ¿quién podría serle indiferente al dolor?
—Te dije que no mires. —Xie Chen no pudo evitar estremecerse. Lo que estaban viendo era un pasado doloroso que nunca quiso recordar, así como la única vez que no asumió un papel carne de cañón. Había pensado que podría llevar una vida glamurosa y exitosa como los protagonistas normales, pero tuvo que convertirse en un mendigo, vivir en la calle y soportar las humillaciones de los demás.
Por eso ya no quería poder espiritual, ni belleza deslumbrante, mucho menos la riqueza que se suele describir en las novelas.
Su único sueño es tener un pedazo de tierra propio para cultivar, donde pueda criar a unos gatitos, trabajar al amanecer y descansar al atardecer. Aparte de eso, no deseaba nada más.
Shen Yuheng observó en silencio al Xie Chen del mundo ilusorio secándose las lágrimas, como un animalito herido que lucha por levantarse, buscando un rincón en donde esconderse, tal como hacía cuando lo lastimaban.
Después de un largo rato, Shen Yuheng dejó de verlo y dijo con calma:
—No te preocupes, no me interesa tu pasado.
Xie Chen se agachó y se abrazó a sí mismo con fuerza, sin decir nada.
Shen Yuheng volvió a verlo en silencio y de repente, extendió los brazos y lo levantó de la nieve.
—Vámonos, regresemos. Permanecer en este escenario ilusorio durante mucho tiempo es perjudicial para tu cuerpo; creo que no tengo que recordarte que tendremos un hijo.
Al escuchar sus palabras, Xie Chen levantó la cabeza y lo miró con asombro. Las lágrimas en sus ojos aún no se habían secado y apartó la mano de Shen Yuheng con fuerza.
—¿Por qué solo te preocupas por el niño? ¿No puedes ver que estoy triste?
En respuesta, las pestañas de Shen Yuheng temblaron y lo miró con confusión, así que le preguntó en voz baja:
—¿Qué quieres que haga? ¿Qué me compadezca de ti, que te consuele? ¿Qué necesitas?
Xie Chen frunció los labios y miró a Shen Yuheng. Sentía que debía rechazar la simpatía aparentemente sarcástica de Shen Yuheng, pero aunque se contuvo, no pudo evitar derramar lágrimas. Después de mucho tiempo, Xie Chen le gritó con agravio:
—¡Sí, solo necesito que me consueles! ¡Consuélame!
El cielo se llenó de nieve como si fuera una cascada. El cielo y la tierra estaban tan silenciosos que parecía que podían escuchar el sonido de la nieve al caer.
Entonces, Shen Yuheng estiró su mano y tiró de Xie Chen con suavidad para abrazarlo.
Xie Chen, sumido en la perplejidad, sintió como la parte superior de su cabeza era acariciada por una palma cálida; esta acción fue tan suave que por un momento olvidó quién lo estaba abrazando.
Fue como si con un simple abrazo, hubieran cubierto el tormentoso cielo que tenía sobre la cabeza.
Era muy cálido.
A pesar de que su cuerpo estaba frío, le vino un pensamiento extraño y sin motivo.
—Nunca nieva en la montaña inmortal de Yuanlu. —La voz de Shen Yuheng era tan suave como sus movimientos lentos y pacientes, y lo miró a los ojos como si estuviera consolando a un niño—. Xie Chen, nunca volverás a sufrir por el frío.
Xie Chen levantó su cabeza de su abrazo, aún aturdido. La mano de Shen Yuheng se alejó en el momento justo, pero la nieve seguía cayendo y las ráfagas de viento no se detuvieron. La nieve adornó sus pestañas, nublando su visión por un corto tiempo.
—Nunca había consolado a alguien y tampoco lo han hecho conmigo. —Shen Yuheng miró hacia la delgada persona que se caminaba por la nieve hasta alejarse, cada trozo de nieve por el que pasaba estaba impreso con huellas profundas o superficiales. Continuó hablando con suavidad—: Pensé que no necesitabas consuelo porque no querías que viera tu pasado. Quiero fingir que no vi nada.
Xie Chen se frotó los ojos y levantó otra vez su cabeza, pensando en que esta era la primera vez que escuchaba a Shen Yuheng dirigirle tantas palabras.
Shen Yuheng agachó la cabeza para mirarlo y le dijo con calma:
—De hecho, no hay nada por lo que tengas que avergonzarte. Yo también tuve que mendigar y vivir en la calle cuando era un niño. Comparado contigo, yo era más poderoso... porque ya había comenzado a cultivar. Tú no tenías nada, pero aún así fuiste perseverante y ahora estás aquí, logrando salir adelante. Deberías estar orgullo de ti, lo digo en serio.
«¿El protagonista invencible de esta novela también fue un mendigo?».
A Xie Chen le dolió el corazón, pero la tristeza que lo había agriado desapareció, como si una cálida brisa primaveral se la hubiera llevado muy lejos.
Así es, debería estar orgulloso. A pesar de terminar como una carne de cañón, logró abrir su propio negocio para mantenerse, ganó un montón de dinero, sembró, cocinó, limpió... ¿Por qué debería sentirse avergonzado? ¡Claramente es increíble!
—Soy un completo idiota. ¿Qué haré con los azufaifos que planté si no nieva? —preguntó en voz baja, frunciendo los labios.
Shen Yuheng guardó silencio durante un momento antes de decir:
—¿No puedes cambiar de especie?
—No puedo. Me encanta comer azufaifos y solo crecen en invierno. —Las lágrimas de Xie Chen mojaron sus pestañas, pero ahora eran porque estaba pensando en el clima que hay en la secta Yuanlu—. También me encantan los nísperos, caquis...
Sin esperar a que terminara, Shen Yuheng le tapó la boca. Su frente ya se estaba llenando de sudor.
—Creo que ahora lo que debemos hacer es... Darnos prisa y salir de aquí.
«Tonto. Todavía tienes tiempo para pensar en los azufaifos».
Xie Chen volvió a fruncir los labios y levantar un poco la cabeza.
Shen Yuheng estaba a punto de decretar el conjuro para sacar a Xie Chen del sueño ilusorio, pero cuando vislumbró la pequeña acción de Xie Chen, sus labios sonrieron un poco.
—¿Qué estás haciendo?
—Quiero que me consueles otra vez. —Xie Chen, algo sonrojado, señaló la mano de Shen Yuheng. Le gustaba esta sensación especial.
Shen Yuheng casi se rio de él. Nunca había visto a una persona que se apresurara a pedir que lo consolaran.
Pero de alguna manera, al ver la expresión tímida y expectante de Xie Chen, Shen Yuheng dudó por un momento, pero aún así, extendió su mano y frotó su cabeza como si fuera una recompensa.
Xie Chen le agradeció de todo corazón y su estado de ánimo mejoró mucho en un santiamén.
Shen Yuheng no le preguntó por qué estaba mendigando en la calle, ni por qué no era un cultivador demoníaco. Nada de eso le importaba, le era indiferente, pero justo eso era lo adecuado, porque así Xie Chen no tendría la carga de darle explicaciones.
Quería darle las gracias, pero no era solo por el consuelo que Shen Yuheng le había dado.
Ambos salieron del sueño ilusorio. Xie Chen abrazó la cubeta de madera y tarareó con alegría mientras se dirigía a la residencia de Tang Chun’an.
Shen Yuheng se quedó quieto durante mucho tiempo, mirando la palma de su mano.
En el momento en que el delgado cuerpo de Xie Chen cayó sobre la nieve, casi no logró distinguir entre la ilusión y la realidad, e incluso quiso sacar su espada para protegerlo.
No solo por Xie Chen. Pensaba que habría hecho eso por cualquier persona.
Desafortunadamente, era solo una ilusión.
El toque sobre esa cálida cabecita fue una sensación muy especial para él. Esa mirada lastimera, no era la de un cultivador demoníaco, sino la de un niño tonto.
Los labios de Shen Yuheng se arquearon en una sonrisa y cuando se dio cuenta de que esta era por Xie Chen, su sonrisa se puso rígida, como si quisiera ocultar algo.
Él no pensó que Xie Chen es lindo. Simplemente no había visto a nadie cuya piel era tan gruesa como para tomar la iniciativa de pedir que lo consolaran.
«No habrá una próxima vez. Si vuelve a pasar, no lo voy a consolar».
«Ngh, definitivamente no».